Alborada a la orilla del mar

Relato Alegría, ¿vendrás hoy a verme?

IV Certamen de Relato Breve 2020

Residencia de Mayores Campiña de

Viñuelas

Finalista

Maresía, mi dulce viento salado, aunque estés dormido sé que me escuchas.

Esta mañana he venido temprano, aún de madrugada, a ver amanecer contigo, aquí, en tu playa, a la orilla del mar.

Siempre me cautivó el misterio de estos instantes, eternos y efímeros, que preceden a la salida del sol. Casi de repente, tal que se obedeciera una invisible y poderosa consigna, todo deviene en quietud, placidez y letargo: el mar calmo y sosegado, la luz apenas revelada, los rumores somnolientos y apagados, y la brisa, tú, Maresía, aún ausente. Acaso todos aprovechan y apuran, remolones y perezosos, los últimos retazos de sueño. O acaso todos aguardan, expectantes y sigilosos, la señal que los desvele.

En la espera paseo al borde del mar y dejo la huella de mis pies desnudos en la arena domada y fría de la noche. ¡No sabes, Maresía, cómo me gusta esa sensación, y, un instante antes, un segundo después, recibir la caricia tibia de las olas!

Éstas, mansas y aburridas, sin nadie con quien jugar, borran una y otra vez mis huellas, y yo, terco y divertido, las vuelvo una y otra vez a hollar. Me miran y me preguntan: “¿y Maresía?” Yo me encojo de hombros y solo acierto a decir: “¡No le gusta madrugar!”.

En esta alborada serena imagino la naturaleza cual una orquesta que compone y ejecuta una música hermosa, en celebración del día que ya se intuye:

Con los primeros retazos de resplandor se despliega en blanco el pentagrama en el que ha de ser escrita, en clave de Sol, la nueva partitura.

La arena y el mar, la luz y el color, los sonidos y los aromas se dijeran músicos que, cual en un preludio, improvisan y ensayan sus notas con armonía, afinan sus instrumentos y encajan e introducen la tonalidad de la mañana. Al unísono ajustan los acordes, sucesivos los arpegios y, al fondo, las olas repiten una y otra vez con virtuosa precisión el obstinato que acompañará cada compás.

¡Mira! Ya presto sale el sol por la puerta del mar y sobre el atril del horizonte, con una batuta de oro, repiquetea y a todos convoca. Comienza la melodía: ¡Alborada a la orilla del mar!

¡Escucha, Maresía, escucha! ¿No la oyes? En ese dulce sueño final, te desperezas, sonríes y me regalas, en un soplo, una caricia fresca. ¡Ya despiertas!

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